El juego de la interpretación
Homenaje a clásicos del erotismo
Gustav Klimt (1862-1918), el pintor simbolista austríaco de gran
eclecticismo y propenso desde su juventud a fuertes controversias, a tal punto
que su retrato de Adele Bloch-Bauer fue subastado hace un lustro por 135
millones de dólares (el cuarto cuadro más costoso de toda la historia del arte
en esa fecha), y que a un siglo de su muerte sigue avivando escándalos como el
del Museo Leopold de Viena, cuando permitió la entrada gratis a la sala donde
se exhibía Nuda Veritas a los visitantes que fueran desnudos
—invitación, sobra decirlo, que fue acogida multitudinariamente—, es el gran artista
a quien rendimos tributo en este número de Con-Fabulación. El cruento pasaje de
Judith y Holofernes, que ha obsesionado a tantos pintores a lo largo de la
historia, como Artemisia Gentileschi, Caravaggio, Allori, Donatello y Goya,
entre otros, en 1901 fue honrado por la interpretación de Klimt, quien
inauguraría con aquella obra su fecundo Periodo Dorado.
La maravillosa composición que fusiona el invasor cuerpo de Judith,
mujer fatal bíblica, dejándole tan sólo un espacio en la esquina inferior a un
fragmento de la cabeza del general asirio Holofernes, quien fue embriagado y
decapitado traidoramente por la irresistible viuda para salvar a su pueblo,
sería la primera tela en que Klimt usara esa perspectiva doble unida al pan
de oro que adicionaría en adelante a muchos de sus óleos, como una
recurrente nostalgia bizantina.
Armando Villegas: Judith y Holofernes, homenaje a Klimt |
Armando Villegas (Pomabamba, Perú, 1926),
uno de los pioneros de la modernidad en el arte colombiano, quien introdujera a
comienzos de la década del cincuenta el abstracto a este país que todavía se
obnubilaba con el paisajismo, y quien fuera avalado por la crítica argentina
Marta Traba, hasta incluirlo en ese grupo selecto de creadores que ella
consideraba como el más vigoroso y renovador de la plástica colombiana —al lado
de Obregón, Botero, Grau, Ramírez y Wiedemann—, es el encargado de culminar el
proyecto del periódico virtual Con-Fabulación, que se extendió por más de cuatro meses y que será
posteriormente vivificado en la sublime exposición donde se reunirán la
totalidad de las 21 piezas versionadas, el jueves 31 de mayo en la Galería
Alonso Arte (Calle 85 No 11 - 53), verdadero acontecimiento plástico en
nuestro país.
Es oportuno recordar que Villegas, este grande de la pintura colombiana,
durante su primera exposición fue presentado por Gabriel García Márquez con
estas exaltadas palabras: “Tengo la satisfactoria impresión de estar asistiendo
al principio de una obra pictórica asombrosa”.
Artista de filiación barroca, oriundo del Perú y afincado en Colombia
desde 1951, a quien además le debemos varias obras maestras del abstracto donde
lo matérico encuentra su mejor definición, y quien ha legado a nuestra
pintura el icono del Guerrero, decidió aproximarse al universo de Klimt con un
díptico donde persigue los matices dorados del genio austríaco, y representa de
una manera tan lúcida como poética, la famosa escena de Judith y Holofernes,
pero esta vez, pintando al general asirio sosegado, en un congelamiento
teatral, casi seductor, muy anterior a su decapitación.
Complementariamente en la imagen de Judith es notoria la alusión al óleo
de Klimt, en los senos destapados y en un rictus perverso que habita su
carácter. Este cuadro doble de Villegas, en el que apreciamos sus texturas
inconfundibles que dan la apariencia de un alto relieve, está visitado por el
único pájaro que vuela hacia atrás, y uno de los pocos que no se pude apresar,
pues esa acción ocasionaría su suicidio: el colibrí. Villegas, quiere así
recordarnos, que en esa historia bíblica se estaba tejiendo entonces la
libertad de un pueblo oprimido.
Con esta inolvidable obra terminamos el gran divertimento de
con-Fabulación que contó con el apasionado ánimo de miles de nuestros lectores
de diversas latitudes del mundo —y cómplices de algunos países donde se
comienza a replicar nuestra trasgresora idea—, dejándonos el placer de recordar
que tenemos varios cuerpos, como lo dijo Roland Barthes, pero que sólo gracias
al milagro del lenguaje y del arte podemos visitar nuestro cuerpo verdadero.
Periódico virtual Con-Fabulación, No. 225, 9 de abril de 2012