Una obra pictórica asombrosa

Armando Villegas: Autorretrato 2008
Por Gabriel García Márquez, 1975

Por eso recuerdo con tanta admiración, y con tanta gratitud, que hubiera tenido la modestia de permitirme que le inaugurara su primera exposición importante en Bogotá. Me quedé muy confundido, porque ambos estábamos rodeados de insignes inauguradores profesionales, que de veras habían visto la mejor pintura del mundo y tenían discursos escritos de antemano con citas en su idioma original clasificadas por orden alfabético para cada ocasión. A pesar de eso, pensé que el acto de valor civil de Armando Villegas merecía ser respondido con la misma sangre fría, y le contesté que sí. Aquella fue la única y la última exposición que presenté en mi vida y pensándolo bien, el único discurso que he pronunciado por mi propia voluntad. Delante de todos los pontífices de la ciudad tuve los riñones de decir: “Tengo la satisfactoria impresión de estar asistiendo al principio de una obra pictórica asombrosa”.
Hice bien en decirlo, porque eso fue hace 25 años, y ahora estoy disfrutando de la satisfactoria impresión de no haberme equivocado.